
Está con nosotros desde el lunes.
Acá en su refugio, elegido por ella.
Estamos hechos unos babosos/padres primerizos: nos llamamos al laburo para ver como está, le sacamos fotos, le festejamos cada pavada.
El primer día se escondía por cada huequito que encontraba, y lloraba hasta mientras comía (pluc, pluc, pluc) (qué graciosa).
No dormimos esa noche.
El segundo día apareció la madre, su amiga y el hermanito, vecinos todos. Tuvimos un melodrama gatuno en el patio.
Todavía están urdiendo un plan para rescatarla de los humanoides que la hemos raptado.
Ya la segunda noche fue mejor. Y ahora casi ni llora, se esconde menos y juega más.
Todavía, eso sí, estamos peleando por el correcto uso del cajoncito de arena (la acabo de sacar carpiendo del puf, NO ES EL BAÑO).
Bienvenida gatita mosha.
1 comentario:
es muy bonita!
si no viviera en un piso 9 y con balcón, ya tendría un gatito.
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