lunes, 26 de mayo de 2014

La coacción no conoce orientaciones


       A un lado, el Gobierno K. Al otro, el gremio conducido por integrantes del Partido Comunista.

En el medio, los pibes que reciben una educación cada vez peor en cuanto a calidad. Y los docentes que elegimos resistirnos a la coacción generada por uno y otro bando.

Estoy harta de asambleas verticalistas donde no existen las bases. Bah, existen en tanto les sean útiles a los intereses gremiales de patear el tablero y ver qué onda después.

Estoy harta del fogoneo en los medios de comunicación por parte del Gobierno. Estoy harta de ver cómo dibujan realidades para la foto y después con tres parches antes de las elecciones, figuran "solucionar" todo.

Harta de que vos, delegado de mi escuela, te me hagas el amigo dos días antes de un paro para después ningunearme dos semanas porque no te gustó mi decisión en torno a él.

Harta de soportar argumentos vacíos estilo "sos facho", "el que no está con nosotros está con ellos", "qué poco solidario, qué mal compañero", chicanas baratas que evitan afrontar la verdadera discusión.

Harta de que el sistema (léase: supervisión y ministerio) nos pida cada vez más cosas, más información para sistematizar, más mesas de exámenes que lo único que hacen es acreditar procesos de aprendizaje inexistentes.

Harta de que el sistema, otra vez, desproteja y exponga a sus trabajadores, todo el tiempo, de toda forma.

Harta de ver cómo todos se llenan la boca de valores, ideales; y que arrastran a mucha gente con estos discursos,  cuando en realidad es tan claro que buscan agua para sus molinos y que juegan entre sí a ver quién la tiene más larga, para después sentarse en una mesa chica y arreglar los quilombos entre cinco.

Harta de que se rasguen cotidianamente las vestiduras en declaraciones a los medios en relación a la violencia que irrumpe en el día a día, cuando en realidad ni les importa y hasta han sabido usarla cuando les venía bien. Un bando Y el otro.

En el medio, decía, los pibes. Sin aprender, sin días de clase que son necesarios para garantizar hábitos de estudio, más que contenidos dados. Padres que se vuelcan a la educación privada. Docentes como yo que no son valorados ni respetados.

Yo no digo que tengo razón ni que mi verdad es absoluta. También sé que hay muchas otras miradas de este conflicto que ya es estructural, y hasta es probable que sean superadoras a la mía. Porque nuestras impresiones y percepciones en torno a coyunturas como la que hoy nos toca vivir en la educación pública, son procesos de construcción intrínsecamente relacionados con estados de conciencia.

Lo que yo quiero, lo que necesito, es un debate auténtico, sin caretas ni arengas.
A ver si alguna vez me dan el gusto de poner a los pibes en el centro.


domingo, 25 de mayo de 2014

Llegó la hora

               
                Llegó la hora de recuperar la palabra. Mi voz, mi esencia, la expresión intrínseca de mi ser.

                Los síntomas se hacen sentir en el cuerpo, el silencio ya no puede ocurrir más. Está tapando una olla de presión y no quiero terminar con un buen cáncer de garganta à la carte. Pero siento que no encuentro las palabras adecuadas para.

                Haciendo retrospección encuentro que este sentimiento me ha acompañanado buena parte de mi vida. Hasta he soñado que quería gritar y no podía. Me acuerdo que en un ejercicio de teatro estábamos improvisando a partir de una situación de agresividad, violencia extrema, y aún en ese contexto de "ser otra", no podía gritarle al agresor.

                Hoy retomo el blog con intención de hacer cartarsis por escrito, a modo de comienzo de un proceso de sanación, del cual soy plenamente consciente, al cual abrazo y me entrego.