martes, 27 de enero de 2009

Bem Estar Bem

Anduve hoy haciendo un aguante en una reunión de cierta empresa que vende cremas y cosméticos por catálogo. Los productos están buenísimos, doy fe.
Pero la protagonista central es la supervisora.

Debe andar por los cincuenta y pico, DI.VI.NA, ¿cama solar? a full, imagen buda y un lenguaje multinacional. He aquí una sarta de frases célebres rescatadas apuntando a lápiz en un pedazo de papel perdido en mi bolso (sii... tomé apuntes... es que era fatal!)

" ¡Si quieren seguir en ....(inserte aquí nombre de la empresa)..... hay que cambiar la actitud!"

" en .......... son re-transparentes, son muy legales, eh"

"en .......... privilegiamos las relaciones humanas, esa actitud no te hace bien" - ¡¡¡harta estoy de las rrhh!!!

"es importante buscar soluciones alternativas que te hagan bien"

"si alguien sale perdiendo, esa es la empresa" - ¡no puedo creeer que lo dijo así, olímpicamente! ¿nadie se dio cuenta?

"la modelo de ..............., más allá de ser carilinda, tiene armonía interior... fíjense sino.."

"la celulitis es algo que nos afecta a todas"

palabras clave: estar, bien, empresa, actitud.

¡DIOS! No soporto esta gente, no soporto esta mentalidad de "estar bien" propia de un pensamiento y un accionar garca, derechoso, vacío de contenido, mercantilista.

Pero bueno, parece que así funciona el mundo hoy. Negociar con el sistema, ésa es la cuestión.
Saber ser.
Las cremas están buenísimas y me gané una por sorteo, al menos valió la pena.
La personita que las vende es alguien muy especial para mí, a quien quiero mucho, que además no piensa así para nada, y lo toma como un laburo más. Así que todo bien.
(y me porté bien por ella, je)

En suma: me lo tomé con grandes dosis de humor, hasta largué alguna carcajadita por lo bajo.

viernes, 16 de enero de 2009

Crónicas Bolivianas - la última

Pensamos en la cantidad inconmensurable, heterogénena, inabarcable de cosas y cositas y puestos y puestitos encimados, en veredas y calles, a veces sin dejar pasar la luz del sol, y pensamos qué les queda a estas personas si les quitamos este compra-venta-hormiga, esta posibilidad de consumo, este pasaporte a algo parecido a una vida. Y caemos en que les queda más bien, nada. Por eso no me importa si me caminan con 5 pesos, o si pago 7 lo que vale 6 porque no tienen monedas para el vuelto.

Otro aspecto que me llamó mucho la atención: las nenas. Los hombres adultos son demasiado cariñosos con ellas: muy toquetones para mi cultura. Pero para ellos parece normal (o costumbre?) Las propias mamás lo avalan - porque lo ven natural?. Aún así, me choca, y mucho.

Otra cosa digna de mención: la suciedad en que viven. No todos son sucios: vi cholitas juntar papeles, barrer y baldear puestos, veredas y calles. Pero la gran mayoría lo es. Una posible explicación, ensaya Felix, es que en Yacuiba y Pocitos prácticamente nadie tiene cloacas ni agua corriente/potable ni gas. Y entonces recuerdo de la tele y de una revista, dos obituarios de mujeres muertas a los 37 y 38 años, y si bien no conozco la situación, no puedo evitar asociarla...
... Pero no todo está perdido. El diario anuncia que en 2008, se completará una capacitación de 130 docentes bolivianos en Pedagogía Crítica (el coloso Paulo Freire). Vamos EVO!!

Terminamos el día comprando a la señora del puesto de tejidos e hilados, provenientes de La Paz. Volvemos a descansar un rato antes de salir nuevamente. La noche está hermosa, cálida y despejada, y es viernes: los chicos pueblan la calle. Damos unas vueltas por la plaza y nos preguntamos dónde comer. Nos decidimos por un lugarcito tranqui, con unas mesas afuera. En la carta, vino boliviano y algo nos llama la atención: "Pique a lo Macho" y "Chicharrón de pollo" ¿qué es eso? El mocito nos saca la duda: comidas típicas, la primera es de Cochabamba. Pedimos que nada tenga demasiado locoto. A ver, a ver...
Una vez más Bolivia nos descoloca. Empezamos primero por lo más parecido a nuestras costumbres: el chicharrón de pollo. Es pollo frito en chicharrón, acompañado con papas fritas y arroz. Parece que todo es acompañado con papas fritas y arroz. Es de muerte, riquísimo, excelente. Nunca comí antes pollo frito y, literalmente, me chupé los dedos.
Y ahora ... Pique a lo Macho.
En honor a su nombre, es un revuelto de carne a la sartén con cebolla, algo así como nuestro bife criollo, sólo que cortado en tiritas, con:
huevo duro
aceitunas
morrón
locoto
salchichas
tiras de queso de cabra
chorros de (demasiada) mayonesa
ketchup
mostaza

UN ASCO.

Pero nos tocan el honor (el estómago). Entre los dos nos comemos todo el chicharrón de pollo y lo que podemos del menjunje. Nos sentimos unos Anthony Bourdain; jodemos con eso.
En la mesa de al lado, los chicos hacen la previa. Me da gusto escucharlos hablar de política, aunque no alcance a captar bien la conversación animada.

De vuelta, el perrito no para de ladrar. Felix lo conmina al silencio y se potencia. Esta noche es muy ruidosa y nuestra cama con colchón de cartón al lado del ventanal. Conciliar el sueño está costando ... El cuadro cierra con un borracho desquiciado cantando desaforadamente a la enésima hora.

Sábado 19

Amanecemos tempranito porque a las nueve y media tenemos el colectivo de regreso. ¿Quieren desayunar API? ¿Qué es eso? ¿Es boliviano? ¡Yo quiero! Recién a las siete lo empiezan a preparar. Hacemos tiempo, damos las últimas vueltas por Yacuiba. La calle está muerta y el contraste con el hormiguero del resto del día, es poderoso. Una cholita barre la vereda. Apenas dos o tres puestitos comienzan a instalarse.
Nuestro destino: El Mercado Central, una galería a media cuadra: hay que meterse en un pasillo, medio perderse en el corazón de la manzana. Me hace acordar a las películas: esos lugares perdidos en el caos urbano. No hay casi nadie y está buenísimo conocerlo así. Entramos y en seguida vemos un sector comedor-desayunador. Son sectores divididos por medianeras no muy altas y llenas de azulejos, todo bajo un tinglado alto. Casa sectorcito tiene una pileta, una cocina y una mesa; en cada uno, una mujer cocina desayunos. Más allá, los comedores, donde ya crepita un pechito de lechón - los bolivianos comen (y toman) en cantidades industriales las veinticuatro horas.
Entramos en el desayunador de Doña Julia, somos los primeros clientes. Tiene las ollas humeando, recién puso a freír los primeros pastelitos de queso. Té, café mate cocido... pedimos Api. Con ese nombre, más quiero probarlo, qué intriga. Se trata de un maíz rojo, el grano se muele y se pone a hervir con azúcar a gusto. El resultado es una bebida densa, recién sacada de la olla, color bordó. Tibia primero, el último trago te calienta el garguero, dejando un calorcito lindo, reconfortante. ¡Esto es Anthony Bourdain!

Damos una última vuelta por el mercado, inmenso, lleno de carnicerías, verdulerías, venta de granos sueltos y hojas de coca, despensas. A esta hora casi todo duerme velado por plásticos y hules.
En la frontera Pocitos, últimas compras: hojas de coca - que me supieron afanar en el colectivo luego - en el contexto de la feria del fin de semana: se llenan las calles de (más) puestos, que a estas horas están siendo armados.
A último momento me acuerdo que no junté tierra. Voy corriendo a la ribera y me traigo tierra roja. La última boludez: persecuta total, flashera, más el acelere porque estamos justos de tiempo, atino a decirle al poli que cela la entrada a Aduana: "¡es tierra! ¡es tierra!", mientras el tipo me mira pensando- Imbécil - y reitera que sólo quiere mi documento. (....)

Dejamos Bolivia corriendo el colectivo que se nos
va, previa demora en la Aduana porque tenemos terrible cola, y te controlan absolutamente todo.

lunes, 12 de enero de 2009

Crónicas Bolivianas II

Viernes 18

A pesar del perrito guardián de la galería, que duerme de día y ladra de noche, dormimos bien. Bolivia está una hora adelantada respecto a Argentina; Yacuiba recién se está despertando cuando nuestro reloj marca las 8:30. Unas tazotas de café con leche, bizcochos con manteca y dulce, y ya estamos. Siempre que tengamos (pesos) bolivianos, pagamos con esta moneda y dejamos propina argentina. Sabemos que vale más y nos atienden en forma impecable: se lo merecen.
Caminamos unas cuadras más. No tengo señal CTI y Movistar se renombra "Nuevatel"; por eso acudimos a un locutorio. Pasamos frente a las oficinas de "Entel"; tal es el nombre de la empresa telefónica del estado que nos recuerda viejos tiempos argentinos, y también la buena noticia que vimos anoche en la tele: Evo consiguió bajar el costo de las llamadas, 1,50 Bvs en horario normal y 0,70 Bvs en horario reducido. ¡Una más de Evo!
Pronto se viene el Referéndum para votar por la autonomía de la provincia de Yacuiba. Hay carteles por todas partes que llaman a votar por el Sí. Bolivia está polarizada; aún no hemos charlado con la gente al respecto.
Tomamos un compartido hacia la ribera. La vista del paisaje es hermosa. La vista humana, muy triste. Mucha pobreza, extrema, indigente. Me da vergüenza mi idiosincrasia, mi dinero, mi disfrute de la vida. Sentimos impotencia más allá de esta "culpa", ganas de que estén mejor, sabiendo que nada podemos hacer... Como dice Felix, más que dejar buenas propinas ... no podemos sacarlos de su pobreza, mejorar su calidad de vida. Por eso confiamos en Evo y nos gusta tanto. Esperamos que pueda revertirlo. ¡¡Pero hace falta tanto!! SIGLOS de sufrimiento, opresión. Me avergüenzo de mi piel blanca, para ellos símbolo de toda esta mierda que es su vida.

Cruzamos la frontera para sacar plata en Argentina, previa declaración en aduana de los objetos con los que ingresamos al país. Volvemos; hora de almorzar. Estoy ansiosa; por fin voy a probar el prometido Picante de Gallina. La limonada está buenísima, una jarra grande y fresca, con limón a cantidad. Pero la comida tarda (demasiado). Diez, veinte, cuarenta, ¡cincuenta! minutos. POR FIN. El plato es muy abundante: consiste en gallina o pollo con salsa picante a base de Locoto, acompañado de arroz al estilo del país y chuño (una especie de papín dulce) hervido.
La vista es excelente.

El fuego invade mi boca. Un trago de limonada. Un pedazo de pan. Nada. ¡Tengo aliento de dragón! Es muy rico ... pero cada vez puedo menos con él. Cada bocado es una nueva brasa. Más pan, más limón. Se me durmió la boca; ya es molesto. Sin embargo, ¡soy valiente(tengo hambre)! y logro comer bastante más de la mitad. Para apagar el incendio, dos buenos pedazotes de flan con dulce de leche... la experiencia gastronómica empieza a ser un recuerdo ...

A la tarde, después de una buena siesta, compramos. Y compramos. Todo es increíblemente barato, ¿ya lo dije? Entre compra y compra charlamos con dos puesteros sobre Evo. Uno nos dice que (Evo) está haciendo justicia para los pobres y eso a los ricos no les gusta: por eso no lo quieren. El otro nos cuenta que ahora todo es transparente, "a los bolivianos se nos cayó la venda de los ojos"; antes se tomaban decisiones y manejos a espaldas de la gente. Me impresiona la tremenda dignidad en estas palabras. Evo les muestra todo y ellos saben lo que está haciendo. Felix me cuenta que es la primera vez que en Bolivia escucha a la gente en la calle hablar de política. Y así es: además de los carteles, se escuchan diálogos, vemos personas atentos a las noticias. Bolivia se está despertando ... en parte.

Por otra parte, los bolivianos miran todo el tiempo a la cultura occidental, por qué no yanqui, con ojos ansiosos (igual que nosotros, bah). La ropa en los puestos, los aparatos electrónicos, las zapatillas truchas símil Nike y Adidas. Las muñecas y los bebotes son todos rubios, de ojos claros y piel blanca. Hay urgencia de pertenecer, de "entrar" al "mundo" que alguien (unos cuantos) LES (NOS) han vendido. Consumiendo esta cultura las distancias parecen reducirse. Nos costó un montón encontrar un puesto de hilados y tejidos regionales.

.... continuará ...

jueves, 8 de enero de 2009

Crónicas Bolivianas

En las vacaciones de invierno estuvimos unos días en Salta y saltamos del otro lado. Conocí Bolivia poco menos del mes antes que cierren la frontera.
Transcibo unos fragmentos de mi diario de viaje... en entregas.

Jueves 17 de Julio

Hoy salimos a Bolivia. Dejamos el Residencial España, este hotel tan bonito donde encontramos lugar. Si algún día volvemos, espero nos hospedemos acá. El remisero, muy bueno y amable (como todo salteño hasta ahora) y también buen conversador. Está a favor del campo, no se lleva con jujeños y tucumanos (estos últimos chorros y mentirosos), Bolivia no es tan lindo ... como SALTA.

El viaje es hermoso, aunque se hace largo porque el colectivo entra en cada pueblito y para, mucho a veces. El sol pega fuerte. De Salta entramos a Jujuy y luego a Salta de vuelta. El paisaje va cambiando. Se hace más árido y luego la vegetación reaparece. Plantaciones de soja y mucho monte. Los ríos y arroyos casi todos secos; salvo el Bermejo, bajo pero con un importante caudal.

El último lugar argentino: Salvador Mazza, o "Pocitos Argentina", en la frontera. El sol raja la tierra roja. El polvo y el calor agobian. Caminamos hasta el edificio de Aduana: dos paredes y un tinglado separan los países. Pasamos y ni nos piden el DNI, nada.

Del otro lado, Pocitos: un puente y el shock. Un choque contra una pared. Una sacudida cultural. Una fractura de la continuidad. Literalmente, otro país. Mucha, mucha, mucha pobreza. Indigencia. Colores. Montones. Puestitos apiñados. Gente que viene y que va. Calor. Mugre. Olores. La bandera. Casas viejas. Calles de tierra. Veredas hechas negocio. Toldos, telas, chapas para tapar el sol. Comida. Autos importados y viejos (todos). Chicos. Viejos. Perros. Carteles. Hombres y mujeres que van y vienen, cargados, como hormiguitas. Imágenes de cristo, la virgen, ídolos, por doquier.

Tomamos un remís que nos llevará a Yacuiba - a diez minutos de Pocitos. El auto es viejo, sucio y caluroso. La otra opción es tomar un colectivo, una especie de trafic para diez perosnas. Pero no es seguro, te pueden robar. El remís tiene dos opciones: completo o compartido. Completo, no sube nadie más pero es más caro. Cuando es compartido suben otras personas hasta completar el auto, y el chofer toca bocina en cada esquina para avisar que se lo puede tomar.

Segundo shock: cómo viven. Apiñados, apilados, amontonados en casas derruidas. Uno no puede hacer más que sentir el impacto y una impotencia fuerte, muy grande. Comienzo a ver cómo es la idiosincrasia de Bolivia. A pesar de los sacudones, me propongo una actitud abierta: ver, escuchar, impregnarme.

Dejamos las cosas y muertos de hambre, comemos unos tostados con cerveza Paceña, muy liviana y tomable... y caliente. Salimos a caminar un par de cuadras. Cambiamos plata - 1 peso boliviano = 2,40 argentinos. Más puestitos y gente, gente, gente. No me alcanzan los ojos para mirar la cantidad de cosas y cositas. Lo pedís, lo tenés. Caminamos dos cuadras que parecen veinte, hasta la plaza: hermosa, muchas plantas.





La cama es muy dura. No estamos acostumbrados a una cama así. Descansamos un rato; prendo la tele y miramos las noticias y publicidades de Yacuiba. Recuerdo ahora algunos títulos: "La Gota Bailable", "Aseguradora San Antonio Porres"; y a un periodista defenestrando a Evo y bajando línea como loco.

Salimos a cenar. Por recomendación expresa, dejamos el Picante de Gallina para el mediodía siguiente (lo bien que hacemos...). Pedimos asado de tira y vino boliviano. Como entrada nos traen Locoto, un ají. Una puntita y calienta terriblemente la boca; el efecto no se va. La comida llega enseguida, acompañada de bastones gruesos de papas fritas y arroz seco - todo lo acompañan así. Más tarde me cuentan que el arroz se lava tres veces y se pone a secar antes de la cocción. Está todo riquísimo. De postre unos pedazotes de flan que no te dan en ningún lado. Pipones, caminamos en la noche hermosa y fresca.

lunes, 5 de enero de 2009

¡¡¡NO ES MI MARIDO!!!

El otro día, charlando con gente amiga, surgió medio al pasar el asunto.

- Menos mal que se junta y no se casa. Así, si algo sale mal, se separa y chau.

Razón no falta, sentido común tampoco. No obstante me quedó flotando como un fantasma, cierta manera de ver el mundo que me llamó la atención.

Pareciera que el máximo escalafón es casarse. Vivir juntos es, a lo sumo y cuando sale bien, una etapa previa a; una puesta a prueba, en el mejor de los casos - en las antípodas, el pecado.

Está todo bien con aquellos que eligen el matrimonio porque les significa algo. Y si hay amor, buenísimo. También lo está con los que quieren probar primero.

Pero también estamos los que elegimos convivir. No como síntoma de inseguridad en la pareja ni como versión beta del matrimonio; sino como postura deliberada: convivir. Es una manera de mirar el mundo, de pararnos ante él.

Veo al casorio como una mera conveniencia: ponele si llegase un bebé, para la obra social, o si el banco nos favoreciera con algún préstamo. Y por civil. No le encuentro más significado.
Estoy estrenando un agnosticismo construido, buscado como una necesidad.
Ni los vestidos núbiles ni las fiestas rituales me desvelaron alguna vez.
No tiene trascendencia social para mí.

Detrás late la ideología - palabra que me encanta y que sabe asustar.


Y si algo sale mal - bueno, es el riesgo.

sábado, 3 de enero de 2009

Para cambiar el mundo

... empiezo por mí, saben decir.


Esto es totalmente auto-rreferencial (¿más? je).

Ayer hice algo que me costó mucho. Es una boludez vista en perspectiva.

Pero para mí es en extremo importante en esta salida al mundo que hace tiempo practico.


Un poroto a favor en la superación de timideces y obstáculos relacionales.

Estoy contenta.